¿Sabes cómo queda el cuerpo cuando le sacan el alma? Así me siento hoy día que has desaparecido de mi vida, de pronto, sin decir nada, sin despedirte. Bueno, eso me pasa por confiado, eso me pasa por enamorarme, a pesar de saber que más sufre el que más ama. ¿No tienes el valor de decírmelo de frente? Así, nomás, como si no hubiera pasado nada entre los dos. No soy de piedra, no soy un objeto al que se abandona en el fondo de un ropero viejo.
Gitana, soy un hombre, un ser humano, alguien que tiene sentimientos, emociones y pensamientos. Tal vez digas, si no lo llamo, se le va a pasar, se va a olvidar, pero no piensas que va a doler, que duele como puñal acerado y filoso. Duele, gitana, no sabes cómo duele. ¿Deseas que te olvide? Fui tu aventura de media estación, eso fui yo, ¿verdad? A los hombres también les duele, claro, cuando aman, solo cuando aman, como yo. Pero, tienes razón, el tiempo hará su trabajo. Sanará mis heridas, pero, recuerda, yo no olvidaré jamás esta afrenta, este engaño vil.
Hoy, gitana, ya no te diré palabras hermosas, porque no las tengo. Debería escribirte atrocidades y maldiciones, pero mi corazón ya no alberga bajas pasiones. No te diré nada. Te replicaré con mi silencio. Igual que tú lo haces. Borraré con tranquilizantes mis nubladas tardes y mis penosas noches. Borraré de a pocos tu recuerdo, y me obligaré a olvidarte, gitana. Es tiempo de que yo también me vaya muy lejos, y que jamás me vuelvas a encontrar.
Sabes, gitana, no debí volver a enamorarme de ti.
Sabes, gitana, no debiste volver a aparecer en mi vida.
Sabes, gitana, no volverás a saber nada de mí.
Será mejor que no vuelvas a timbrar mi celular.
Será mejor que no vuelvas a escribirme nada.
Para olvidarte no debo contestarte.
Para olvidarte tengo que ser fuerte.
Para olvidarte que me parta un rayo y se lleve mi amor
al infierno.
Esto es el final, gitana.
Hasta nunca. No intentes comunicarte conmigo.
No me encontrarás.
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