La distancia de los que van a buscar un horizonte para los suyos deja una insondable herida en los que se quedan, a veces el dolor es tan intenso que se tiñe de odio, de rencilla, de timidez, de cólera; pues, no hay mayor dolor que el ver los ojos tiernos del que se fue; no hay mayor tormento de saber que la cama está vacía, que esa mañana no preparará el desayuno; también se extraña sus enojos, su figura altiva de diosa; se extraña la cena por la tarde;
el bullicio de los niños abrazados aun mueble donde ella durmió con ellos; se extraña con la tristeza del poeta, con la rabia del que no tiene fortuna para retenerla; se extraña su caminar de limeña al lado de uno; se extraña cada tarde; cada madrugada soñada; se extraña a las mujeres que han partido hacia el viejo mundo en busca del tesoro, del oro o el oropel; se extraña la pérdida de tiempo, se extraña que la vida se las vaya comiendo de a pocos sin estar cerca de los que verdaderamente aman; se extraña a las que han partido en busca de un destino de fantasía; cuando en el fondo del alma se sabe que la tierra donde nacieron es más hermosa que nada; porque allí están sus héroes, sus amores, sus amigos, sus hijos, sus raíces... y yo, extraño a quien extraña allá lejos, en la soledad de su cuarto, en la soledad de la vida... extraño, como no, señor, extraño...
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