Hoy es domingo, 2.30 PM. Domingo 25, dos días faltan para sumar más años a mi existencia. Dos día faltan para que el cirujano escalpelo en mano empiece su tarea en tu piel. ¿Sabes, amor? Estaré pendiente de ti, para que sanes lo más pronto posible. También te quiero, mi hermosa limeña, aunque estés tan lejos de mis tierras. También te amo, mujer. ¿Acaso piensas que revelaré tu nombre en estas cartas a una gitana? No me conoces, amor. Soy de los conservadores más acérrimos, preservo mi privacidad como no te imaginas. Tu muy bien sabes, que no me gustan estos inventos de la tecnología: facebook, twitter, telefonos con conexión a internet, chat, skype y todas esas tonterías que han hecho perder el contacto piel a piel, voz a voz. Tú sabes muy bien como pienso yo.
En estos días vacíos he deseado oír tu voz a través del teléfono, solamente eso para calmar mis depresivos días. Sé muy bien que así como yo siento tú también tienes tu propia forma de sentir este AMOR lejano. No somos iguales en ese aspecto. Nadie es igual en cosas del AMOR. Todos tenemos una forma especial de AMAR.
A mí, tal vez, me da con fuerza implacable, y la suma de emociones terminan por entristecerme. Tal vez sea porque tengo alma de poeta, y suelo perder la perspectiva del equilibrio. Mira, en el mundo hay tantas mujeres, y de todas ellas mi corazón tiene que elegirte a TI. Y sabiendo que tendrías que partir. Sabiendo que eso me llenaría de tristeza y melancolía.
Hoy, amor mío, estoy mejor de ánimo. Es la aceptación de la resignación de tu partida. No puedo hacer nada desde aquí, y hago mal en hundirme en este remolino de melancolías. Tengo que seguir mirando la vida con mis sueños de ayer, con mis sueños de ahora, con la fe de que algún día volveré a estar frente a ti, y con la fe que i AMOR por TI sigue perenne, eterno como el universo. Tal vez llegue a Madrid una tarde de febrero. Tal vez llegue a Madrid y pueda verte otra vez.
Hoy, amor mío, quiero estar bien, altivo, digno, con honor y orgullo de ser quien soy, para que tú me puedas recordar como me viste la última vez que estuviste en Lima. Por tí, una de estas noches me iré a la taberna donde nos encontrábamos a tomar un vino, una botella de Queirolo será suficiente. Esta vez no será para llorar mis penas, sino para alegrarme del AMOR sereno que tengo por mi gitana andaluza.
¿Sabes lo que me gusta de ti?
Tu andar de gacela, tu voz adornada de trinos cadenciosos, tus ojos entornados y profundos, tus manos ajadas ahora por el tiempo y ayer suaves de juventud que fueron mi tentación. ¿Sabes que me gusta de ti? Tu cabello esponjoso alisados por mi dedos, tu silueta larga desnuda paseando por el cuarto de hotel, tu abrazo fuerte e intenso intentando sujetarme para siempre en medio de una pista de baile, sin importarte lo que piense la gente. ¿Sabes qué me gusta de ti?
Oirte de pronto al teléfono y que me digas que me AMAS.
Oirte de pronto una tarde cualquiera y saber que estás bien, y saber que aún me AMAS, y que sepas que aún TE AMO, aunque todo esté en nuestra contra, aunque todo sea adversidad, aunque las circunstancias no sean propicias, aunque la vida intente separnos, quiero oir tu melodiosa voz diciendo que me AMAS, más todavía que ayer.
Porque yo te sigo AMANDO desde aquí. Desde muy lejos.
Recuérdalo siempre: En mi corazón tengo un lugar para ti.
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