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domingo, 22 de septiembre de 2013

Hoy es un día depresivo para mi, tal vez mañana vuelva con el amor de siempre para mi Gitana

A mí no se me agotan las palabras porque soy un escritor. Lo que se me agotan son los motivos para escribir. Hay días como hoy que termino vacío, es decir, despierto y no hay nada que prodigar en mis letras. Esos días son terribles, porque es un blanco de página sin que se pueda enhebrar una frase simple. Y me da miedo este vacío, esta mudez. Como si todas las emociones se hubieran ido al fondo de un pozo. Pero sé también que al día siguiente, por mágico que parezca, mi entusiasmo por el amor a mi gitana volverá como una tormenta y tendré todas las palabras a la mano para volver a decirle que la amo.
Hoy estoy muerto.


Hoy estoy en coma, paralizado por el oscuro vacío de mis sentimientos. Menos mal que no son permanentes sino pasajeros.
A mi gitana andaluza, nacida en una casita antigua de Lima, le digo que este dolor es momentáneo. Esta chispa depresiva, tal vez mañana se habrá esparcido con una sonrisa mía en el restaurante donde la mesera me hará la broma de la tarde. Y cuando se aleje de espaldas yo imagine que es el caminar de mi gitana, y la llame por su nombre, y la mesera me conteste: «ese no es mi nombre...». Entonces, una sonrisa mía se disculpará con la confusión...
...Hoy es domingo en París...
...Domingo sin aguacero...
...Un día más en la carcomida ausencia de mi compañera... ¿Por qué el destino nos depara esta separación absurda después de darnos el gozo de la unión...? Decisiones que no se tomaron a tiempo... Indecisiones de hoy... Vanidades y soluciones fallidas del presente nos separan... Tú por aquí en la España moderna...buscando tu destino... Yo en París tratando de enderezar mi caótica vida...
¿Será ese el destino de nuestras vidas...?
¿Cuánto más debo esperar a que cambien los tiempos de tu amor...?
¿Cuánto más debes esperar por mi...?
¿Lo harás...?
¿Me amarás a pesar del tiempo...?
¿Te amaré para SIEMPRE... aunque sepa que te he de perder otra vez?
¿Me amarás para SIEMPRE... aunque sabes que tu vida se entregará a otro hombre?
¿Cómo se puede llamar AMOR si elegirás otro hombre para «vivir....»?
Júrame que siempre estarás para MI, SOLA para MI...
¿Puedes jurar eso GITANA mía...?
¿Puedes jurarme AMOR ETERNO?
...Si te he de perder esta vez...
...quedará un VACIO más INMENSO  que el que siento AHORA...
Yo, en cambio, sí te juro AMOR ETERNO...
porque no tengo nada que perder...
porque sé que he sido tuyo y lo seré...
...porque has sido mi MUJER... desde que te conocí...
...y en cada encuentro lo sigues siendo... ¡MI MUJER!
Por eso, porque fuiste mi MUJER
nadie más habrá en mi vida...
SOLO TU.
Solo tú, amor mío...

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Mi gitana y el tesoro de Pizarro...

Mi gitana es una inmigrante (salida de los confines de una tierra donde no puede aspirar a obtener la subsistencia para los suyos). Fue en busca de un pedazo del tesoro que Pizarro se llevó hace ya unas centurias. Que yo sepa los doblones españoles hechos con el oro incaico aún no han caído en sus manos como ella hubo esperado. Lo sé, porque aún batalla a diario por un empleo esquivo en la madre patria.
La quisiera de vuelta en casa, pero, también, yo estoy librando mi propia guerra a la francesa, envuelto en una habitación solitaria, escribiendo como un demonio en busca de la energía que a Flaubert impulsó escribir Madame Bovary. Me levanto en las madrugadas, sumido con el arrebato seráfico de Truman Capote y escribo sobre esos criminales que decidieron hacer caso al apocalipsis, de aquellos que llevaron al averno a una mujer andina famosa.


Mi gitana tiene el alma de una mama grande e inmensa; pues, en el suelo de nuestros ancestros sus hijos y sus nietos esperan la generosidad de ella.
¿Qué hace en Madrid mi dulce y abnegada gitana?
Ya os dije: Busca el tesoro de Pizarro y sus zamarros conquistadores.
Lo que tiene la vida y la historia: hoy, muchas como mi gitana adorada regresan en vuelos largos a las tierras donde Colón alguna vez partió con sus tres carabelas en busca de las Indias. Hoy, ellas hacen la misma travesía -por entre las nubes y en vuelos de Boeing de metal acorazado-.
Cómo cambian los tiempos, ¿no?
Soy acaso el nuevo flamante Rodrigo de Triana, que en la proa de la Santa María, ¿O sería La Pinta? ¿Tal vez La Niña? avizoro una costa baldía y fría de la España carcomida por la herrumbre del defecto global económico? Espero que no.
Mi gitana amorosa necesita encontrar su tesoro. Necesita, ¡cómo no! enviar euros a los suyos. Sin embargo, el tiempo se acorta, los años avanzan y el tesoro cada vez está más escondido en los sótanos de los españoles.
Si fuera el genio de la lampara de Aladino, frotaría y frotaría solo para pedir un único deseo: «...estar tan cerca de ella... oler su aroma... acariciar sus cabellos... besar sus labios... y asegurarle que el tesoro de Pizarro lo tengo yo de tanto escribir ficciones... y ofrecerle el lecho de mi habitación.... para que cada mañana al despertar la pueda ver sirviendo el café envuelta entre sedas y kimonos....»
Mi gitana camina ahora por las calles de Madrid... en busca de sus sueños.
Yo lo hago por las calles de Paris...
Ambos sabemos que nos quedan pocos años... para amarnos.
Espero encontrar primero ese tesoro... y dárselo en ofrenda para que no vuelva a esta tierra española en busca de un empleo... sino solo de turista y viajera... solo eso.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Perdóname si mis celos incendian tus días, gitana

Hoy, mi gitana me ha sorprendido. Sus palabras de amor escondidas en algún lugar aparecieron de pronto en todas mis ventanas del facebook, todas con fechas atrasadas; y yo quedé helado por la sorpresa. ¿Era ella la que se expresaba así? ¿Era la mujer que no llamó toda esta temporada? Sí, era ella, con su juvenil expresión de cariño, con la alegría de una enamorada, con la misma tristeza mía de estar lejos. También a ella le pesa la distancia, y como yo, pastilla a pastilla detiene la angustia, la ansiedad, la depresión. A veces me digo: nos amamos porque en el fondo somos iguales, ella y yo.


Mi gitana se ha debilitado, sus ojos se llenan de lágrimas cuando está sola o cuando escucha la canción que le trae recuerdos. Mientras yo escribía lacerantes escarnios, ella me juraba su amor eterno en las páginas escondidas de un facebook atrofiado por la tecnología. Pero ella sabe que yo suelo caer en el abismo de la depresión y eso me hace escribir como un esquizofrénico. Esta noche, sin embargo, quiero rendir pleitesía a mi gitana, y darle el lugar que se merece en esta carta, al menos en esta, donde suelo escribir sandeces e infundios, diatribas y calumnias. Esta noche voy a hacer un alto en mi desvarío. Voy a honrar su amor, ternura y sentimiento con una oración al perdón.
...perdóname por ser un descreído de miércoles...
...perdóname si te lastimé con mis frases malolientes...
...perdóname por ser un escritor vuelapluma incendiario...
...perdóname si te hice llorar en vano....
...perdóname por amarte con el hígado...
...perdóname si mis celos incendian tu vida...
...perdóname si no he podido llegar a ti con el candor de un niño...
...perdóname por amarte como te amo...
...perdóname si puedes hacerlo...
Tú sabes, gitana mía, que aún cuando yo escriba cubierto de hiel,
mi AMOR es imperecedero, inacabable y todo tuyo...
Espero, gitana, perdones mis abruptos... si mañana, otra vez, vuelva
a escribir de la distancia, el alejamiento y el adios...
(...júrame que no creerás ninguna de mis palabras...
    porque, tarde o temprano, yo volveré a ti, como siempre.
    Para amarte, for ever.
    Hasta mañana, amor mío.
    Hasta pronto, gitana mía.




martes, 10 de septiembre de 2013

¿Qué debo hacer ahora gitana?

Cuando ya estaba tomando mi nave para otras tierras, cuando estaba escalando el abismo de tu silencio y despertar en un paraíso nuevo, te he vuelto a ver en el infinito ciberespacio, y unas frases haz colgado para mi. ¿Qué debo hacer ahora, gitana? ¿Perdonar el silencio, disculpar tu ausencia, exonerarte de tu mudez y volver a amarte con la fuerza con que te amé aquí en nuestra ciudad? ¿Y, cuando vuelvas a desaparecer, otra vez sufrir esto que fue un cadalso tortuoso para mi?
Gitana adorada, haz tomado mi alma y mi vida, haz dejado mi cuerpo envuelto en lágrimas secas como envoltorio de fantasmas. Tal vez, quiero pensar, que esa no ha sido tu intención. Quiero creer que me haz amado cada minuto de tu ausencia. Quiero pensar que me haz hablado miles de veces en tus madrugadas antes de caer rendida de sueño. Quiero pensar tantas cosas buenas, pero mi corazón ya no late como antes, como hace unas semanas. Hay, gitana, ausencias que matan.


Dicen que el amor se muere si no hay una palabra de ternura que la alimente, una caricia suave y tersa sobre la piel, un beso improvisado, una sonrisa. Una cena frugal, apenas un pan para los dos e irnos a dormir, mirándonos a los ojos, con hambre, pero con amor. Dicen que para amar hay que ser dos, no uno allá en el otro continente, y el otro aquí -en este lado del planeta-
Es verdad, gitana.
Y, entonces, ¿qué voy hacer contigo ahora?
Tendré cuidado, gitana. Te amaré de lejos, con miedo, con reservas. No te pediré nada, no te exigiré nada. Sólo quiero ver tu alma, gitana.
Sólo quiero ver la verdad.
Caminar por las calles de nuestra ciudad con la mirada serena, el espíritu en paz, el caminar altivo y lleno de vida. Quiero caminar sin la cabeza gacha, la mirada triste mientras la lluvia moja mis mejillas. Quiero estar bien, gitana. Quiero estar bien.
Dime, adios, ahora. O dime que me amas hasta morir. Dime que tú también sufres como sufro yo. Dímelo una y otra vez, hasta el día que deje de suspirar, hasta el día que mi último aliento se escape con un sonoro te amo, muy dentro de mi.
...porque más cerca de la muerte estoy yo que tú.
...porque mis días están contados.
...porque sé eso, y muchas cosas más..
...porque ya es hora de vivir feliz.

Sé que volverás a buscarme, pero jamás me encontrarás...

No imaginé ni por un segundo, gitana, esto de tu ausencia y silencio; es como si te hubieras ido al cielo y no me doy cuenta aún que debo guardar luto por tu partida final. En verdad, no me lo esperaba. No dudé en entregarte mi ser, con la candidez de un adolescente (una equivocación que hoy estoy pagando muy caro). A las mujeres como tú (que viven estaciones de placer y diversión) no les interesa dejar heridos de amor en ciudades como ésta desde donde yo te escribo. Pero, sabes, gitana, todo se paga en esta vida. El dolor que causas es el mismo dolor que te alcanzará en algún momento. Es el karma.


Este día ha hecho un sol primaveral por aquí.
He abierto los ojos y la niebla de tu presencia ha desaparecido. Tu voz de gitana andaluza se está diluyendo en mi imaginación, y casi ya no recuerdo el tono ni el timbre de tus palabras. Así debe ser. El dolor debe ser mitigado con el olvido. ¿Te acuerdas cuando te dije que este amor viviría si solamente todavía me pensaras? ¿Si yo todavía te pensara, al despertar, o al atardecer? ¿Crees aún que te pienso a diario? ¿Cómo puedes pensar eso después de lo que has hecho, después de lo que haces?
En verdad, gitana, te digo que no volveré a caer en tus redes de ninfa. Sé que algún día volverás a llamarme. Sé, también, que te he de cortar el teléfono. Sé que volverás a escribirme. Sé, también, que no volveré a dirigirte la palabra. Sé que vendrás a buscarme. Sé, también, que no me encontrarás. Sé que llorarás. Sé, también, que yo volveré a reír, alegre y feliz como fui siempre. Sé, tantas cosas, gitana, como desaparecer de este mundo para ti. Sé, también, que nadie nunca más ablandará mi corazón; aunque me prometan adorarme de rodillas y decir que soy el único a quien aman.
Sabes, gitana, ya no les creeré.
Así como no te creo a ti.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Qué verdad es esa que escondes en el otro continente...

Esto que haces ahora lo hiciste hace catorce años atrás, y no escarmenté con la experiencia fallida de perderte aquella vez. Te juro que en esa oportunidad no sufrí como hasta ayer padecí por tu silencio y tu ausencia. Puede ser que en esa época era más parecido a un roble que hoy. Los años me han estrujado la arrogancia y el orgullo. Es indigno de mi parte el quedarme tan al borde de una depresión abismal tan solo por no oírte. He ido a ver el mar para que las olas me digan si un veterano de mil batallas tiene que terminar arrodillado en la arena por un amor que se ha marchado para siempre.


Cada mañana, camino al trabajo trato de ausentar tu nombre y tu rostro de mi memoria, pero es difícil y llego a la oficina tan mal que prefiero dar vueltas por la ciudad y abandonarlo todo. Así de terrible ha sido tu ausencia y tu silencio; ese silencio que predice tu abandono, como antes.
¿A dónde se fueron tus palabras de amor?
¿Por qué engañaste al ser que tanto te amo? ¿Qué puedo esperar después de esto? No me queda más que levantarme de mis cenizas, curar mis heridas del alma, sanar mi dolor espiritual. No me queda más que despreciar a los enamorados de los parques. No me queda más que olvidar el pasado, ahora sí para toda la eternidad. Y no pensar en el futuro, porque, gitana, no hay futuro entre tú y yo.
Ese silencio tuyo ha matado el amor mío.
Ese esconderse en la España azaroza ha desnudado la verdad en mi imaginación. ¿Qué escondes, gitana, en el otro continente? Las palabras no hieren cuando se dicen de frente. Las palabras matan cuando se esconden y furtivas nos asesinan.
¿Cuál es tu verdad, gitana?
No lo sé. Ni quiero saberlo, ahora.
Porque como tú, ahora me voy al silencio de los que amaron.
Ya no estoy para ti, gitana.
Ahora, ya no.

Hoy no te diré palabras hermosas, porque no las tengo...

¿Sabes cómo queda el cuerpo cuando le sacan el alma? Así me siento hoy día que has desaparecido de mi vida, de pronto, sin decir nada, sin despedirte. Bueno, eso me pasa por confiado, eso me pasa por enamorarme, a pesar de saber que más sufre el que más ama. ¿No tienes el valor de decírmelo de frente? Así, nomás, como si no hubiera pasado nada entre los dos. No soy de piedra, no soy un objeto al que se abandona en el fondo de un ropero viejo.


Gitana, soy un hombre, un ser humano, alguien que tiene sentimientos, emociones y pensamientos. Tal vez digas, si no lo llamo, se le va a pasar, se va a olvidar, pero no piensas que va a doler, que duele como puñal acerado y filoso. Duele, gitana, no sabes cómo duele. ¿Deseas que te olvide? Fui tu aventura de media estación, eso fui yo, ¿verdad? A los hombres también les duele, claro, cuando aman, solo cuando aman, como yo. Pero, tienes razón, el tiempo hará su trabajo. Sanará mis heridas, pero, recuerda, yo no olvidaré jamás esta afrenta, este engaño vil.
Hoy, gitana, ya no te diré palabras hermosas, porque no las tengo. Debería escribirte atrocidades y maldiciones, pero mi corazón ya no alberga bajas pasiones. No te diré nada. Te replicaré con mi silencio. Igual que tú lo haces. Borraré con tranquilizantes mis nubladas tardes y mis penosas noches. Borraré de a pocos tu recuerdo, y me obligaré a olvidarte, gitana. Es tiempo de que yo también me vaya muy lejos, y que jamás me vuelvas a encontrar.
Sabes, gitana, no debí volver a enamorarme de ti.
Sabes, gitana, no debiste volver a aparecer en mi vida.
Sabes, gitana, no volverás a saber nada de mí.
Será mejor que no vuelvas a timbrar mi celular.
Será mejor que no vuelvas a escribirme nada.
Para olvidarte no debo contestarte.
Para olvidarte tengo que ser fuerte.
Para olvidarte que me parta un rayo y se lleve mi amor
al infierno.
Esto es el final, gitana.
Hasta nunca. No intentes comunicarte conmigo.
No me encontrarás.